domingo, 12 de diciembre de 2010

Madrugada

Miro el horizonte al tiempo que escruto las luces  y plantada frente al ventanal solo consigo recordar "11:30 pm" la cual creo adivinar, es la hora en la que decidí dejar de existir y fundirme por unos instantes con los colores de la monótona ciudad embellecidos por sueños imposibles, y en un momento de lucidez me doy cuenta de la presencia del sol pero ... dios, llevaba ya más de unos instantes ausente, exactamente llevaba ocho horas vislumbrando recuerdos y hurgando en mi caja de pensamientos mientras miraba a través de la balaustrada.
Pero sin dejar tiempo a nada, tras hacer este descubrimiento sonó una voz la cual me dijo: -Llevas aquí una eternidad esperando a que aparezca, creo que ya es suficiente espera, vete a la cama, nada va a cambiar por el hecho de que duermas.
Y tenía razón, la falta de sueño empezaba a afectarme y no podía ni sostenerme en pie, necesitaba sentir la almohada en mi cara, pero como la naturaleza predomina sobre todo, mi cabezonería hizo acto de presencia al hacerme decir: - No descansaré hasta encontrarle, y lo sabes, asi que ahorranos tiempo a ambas y vete tú a dormir. En ese momento fue cuando la razón acepto su derrota y desaparecio de mi cabeza, dejando sitio para la imbatible esperanza la cual me decía que nunca cesara de buscarla, sí, a ella, la ahora distante felicidad. Pero ahora mi alma, ya no ansiaba solo la compañia de este bello sentimiento, tambien lo necesitaba a él, el ilustre e intrincado amor el cual había estado huyendo de ella por mucho tiempo, según mi criterio, más del necesario.

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